Queridas
familias, docentes, exalumnos y a toda la Comunidad Educativa:
Una
vez más nos convoca el recuerdo de San Juan Bautista de La Salle, Patrono de
nuestra escuela (junto a San José) y de todos los Educadores Cristianos del
mundo.
Y
al volver a contemplar su vida, vemos que a La Salle le tocó transitar una
época no muy diferente a la actual, con guerras, fríos inviernos, pestes, en
una sociedad muy desigual, donde casi la mayoría vivía en la extrema pobreza.
Sin
embargo, no se inmovilizó, no se quedó sin hacer nada y, consciente de que la
educación cristiana era el mejor bien que podía dar a tantos niños y jóvenes
excluidos de esa sociedad, apuntó a lo novedoso, a una forma de enseñar que no
era la habitual en esa época. Dejó de lado una educación personalizada y para
pocos, para alcanzar a grandes grupos, divididos por edades y aulas, con
docentes no preparados para ello, pero con la voluntad de aprender y de hacer
algo por esos niños, que de otra manera no tendrían la posibilidad de alcanzar
un futuro mejor.
Aún
desde la diferencia de épocas, hay varias similitudes con lo que nos pasa hoy. Estamos
peleando contra un virus para el cual no estábamos preparados, con maestros
formados para trabajar de una manera que hubo que cambiar, con muchísimas necesidades
sociales, familiares y personales que atender, con muchísimas preguntas sin
respuesta.
Como
escuela, no estamos ajenos a esto y miramos a La Salle, intentando responder de
manera justa y creativa a esta realidad. Quizás no desde la cercanía corporal,
pero si desde el corazón que mueve nuestra vida, con hechos concretos, quizás
hoy imperceptibles, pero que el día de mañana dejarán huella, al igual que lo
hicieron Juan Bautista y sus maestros, quienes como nosotros priorizaron los
vínculos y los procesos a los resultados inmediatos.
Recordamos
siempre la enseñanza de los Hermanos cuando nos decían la frase de La Salle:
“Dios me fue conduciendo, de manera casi imperceptible, de manera tal que un
compromiso me llevara a otro y a otro…” y así hasta ser lo que fue.
Hoy
más que nunca son necesarios esos pequeños compromisos, desde el lugar de cada
uno, sabiendo que cada uno de ellos es necesario “para hacer posible la Buena
Noticia…”, esa de la que nos habla el lema de este año, sin duda un año en el
que todos esperamos buenas noticias y en el que no tenemos que dejar pasar la
presencia del “Jesús vivo” en nuestras comunidades, fuente de toda vida y
esperanza.
Sabemos
además que no es fácil que todas y cada una de las necesidades se vean
contempladas, pero confiamos en que la inspiración de Dios, la protección de
San Juan Bautista de La Salle y sobre todo el esfuerzo de cada uno de nuestros
docentes y personal del Colegio nos vayan haciendo sentir comunidad educativa
en estos momentos de inseguridad y desconcierto. Hoy más que nunca tenemos la
Fe en que la estrella de La Salle nos guía hacia las certezas de Dios Vivo.
Nuestro
saludo y agradecimiento para todos ustedes en esta fiesta. Por el trabajo, por el compromiso, por el
entusiasmo y la creatividad puestos en la tarea diaria, que a pesar de la
distancia se sigue compartiendo.
Por
eso en este 15 de Mayo les deseamos Feliz día del educador cristiano.
¡¡¡Que viva Jesús en nuestros corazones… Por
siempre!!!